Escuela Kaivalya

Vivir por inspiración

«Crear desde el pensamiento no es posible, ya que el acto creativo tiene su origen en la plenitud del silencio, desde donde se concreta en un punto espacio-temporal. Y el pensamiento sólo puede manipular datos conocidos, situaciones pasadas, lo que resulta un simple mover lo viejo del lugar.
Por eso el silencio es creador, por su capacidad de enraizarnos con lo real originario. Nos alinea con esa corriente creadora que va desde lo que es en sí a las apariencias de ser, las cosas dependientes unas de otras, hasta su disolución en la realidad una.
La creación que lleva a cabo el silencio es revolucionaria, porque arrasa los surcos que la repetición de la memoria marcó en la historia de lo convencional.
El silencio de lo psicológico permite la contemplación que despierta la creatividad dormida en los hábitos existenciales. Y la sabiduría acompaña siempre a la mirada contemplativa».

«El hipnotismo que producen las realidades construidas por la mente, el anhelo de la unidad del Ser se ha ido dispersando en deseos. Al encontrarme perdido entre ellos, miraré lo que ha sucedido. Observaré con un interés afectuoso esos deseos, sin tratar de eliminarlos; porque quiero descubrir su mensaje, rastrear sus pasos hasta encontrar el impulso de donde surgieron. Es importante ver lo que deseo y desde ahí seguir las huellas de mis pasos hasta llegar a mí mismo.
Veamos simplemente qué es lo que deseo y sabré cuánto me he separado de la conciencia una. Si deseo algo concreto, cuando todo yo estoy concentrado en esa dirección, sé que he descendido por la escala de valores que tienen su origen en el Ser. Es lo que hacemos los seres humanos por inadvertencia.
Lo constato. Y, a partir de ahí, empiezo a dar el giro a mi mente hacia el origen del Ser. La causa del juego de sombras que se proyecta en la superficie de mi conciencia es siempre la luz».

«Beneficia a los instrumentos que haya lucidez, pero cuando el anhelo de lucidez es verdadero tiene su origen en la luz.
Igual sucede con el anhelo de amor. Ya no se sabe ni lo que el amor es, condicionado como está a lo falso; pero, cuando el amor es verdadero tiene su origen en la presencia de Dios y cuando la armonía es verdadera, cuando la belleza es verdadera, igual.
A los valores se les viste para que el pensamiento pueda trabajar con ellos, y las personas se quedan con el vestido, con la palabra, con el concepto y no con aquello que tiene su origen en otro lugar. Contemplar es ir allí, de donde vienen esas palabras de donde viene el anhelo de lucidez, de belleza, de verdad, ir allí directamente, prescindiendo de la palabra, del uso que se hace de ella en la época»

«Cuando no tengo ya ninguna imagen, ni positiva ni negativa, vivo lo nuevo, lo que es, lo que soy y eso en nuestra tradición se ha llamado vivir en la Presencia de Dios. Que es mi presencia, mi verdadera presencia y por eso he recobrado mi dignidad, la dignidad que he perdido creyéndome que alejándome de Dios iba a ser independiente y libre  como aquel hijo pródigo del Evangelio. Volver a recobrar mi dignidad de verdad. No soñar que soy libre, sino serlo; no imaginarme que ya soy feliz porque tengo esto lo otro, porque el trasfondo de insatisfacción lo viviré en cualquier instante en que me quede quieto.

Por muchas evasiones que añada, el ser humano estará descontento y, por mucho que se engañe, no se sentirá feliz con lo que le viene de fuera»

«Cuando me he dado cuenta de que todo lo conocido es fabricación del pensamiento y lo he dejado por irreal, por falso, la visión de la verdad me empuja a recoger todo aquello. Lo verdadero recoge todos sus dibujos, los movimientos que ha expresado, los sonidos de la bella melodía de la vida. Entonces cada nivel físico, afectivo, mental, podrá tener una percepción adecuada y armónica de lo real, vivido en esa dimensión.

Nada tendrá que ser sacrificado. Nada tendré que abandonar; y en nada me tendré que violentar para vivir la vida real. Es posible que se cumpla entonces el deseo de hacer lo que quiero hacer, lo que me gusta hacer. 

Puede coincidir mi ideal con lo que me agrada. Al aceptar lo que aparece en mi vida, el discernimiento de lo que es verdadero y real será espontáneo y acompañará la realización del vivir».

«Si me parece que la vida es mi maestra porque con la experiencia aprendo como actuar la próxima vez, no saldré del sueño. La vida es mi maestra cuando ya he aprendido a descubrir en su reflejo la luz del interior de la conciencia. Es mi maestra porque sus retos marcan los límites que la falta de luz en mi visión ha creado. De ahí deducimos que cada persona posee la vida que necesita y quiere tener. La que quiere de verdad, no la que piensa en su sueño, sino la que necesita para aprender lo que en ese momento ampliará su visión. 

De alguna manera la vida nos va presentando todo lo que demandamos para acercarnos más a la realidad que somos.

El aprendizaje es vivo y único en cada instante, es un despertar a una mayor lucidez que no tiene límites.

Al pensamiento se le escapa, no lo puede codificar, pero la inteligencia intuye si lo que se presenta es verdadero

«Liberarte de ti mismo, de lo que creías ser tú, ahí empieza la verdadera libertad.

Todos quieren ser libres de alguien o de algo, y pocos comprenden que la libertad es estar libre de uno mismo.

Las necesidades psicológicas nos oprimen, el querer conseguir, el triunfar, el compararnos con otro… Estos desasimientos van fraguando la liberación de la que hablan los textos orientales que entendemos como algo fantástico.

Liberarme de lo que creía que importaba, de lo que creía que tenía que hacer, de lo que creía ser, liberarme de mí, eso es ser libre. Y cuando me libero de mí, me encuentro con lo que soy en verdad».

«Mi pequeña voluntad es la voluntad de un «yo» que se ha formado del exterior, con moldes externos e ideas limitadas, mientras la voluntad que está moviendo eso es una Voluntad infinita. Aquello que empuja desde el fondo es una Inteligencia profunda, totalizadora, que armoniza y adecua todo.

Cuando trato de ver lo que soy, si lo quiero ser de verdad, me separo de ese yo limitado, esa pequeña voluntad provisional y me voy abriendo a la Voluntad infinita, que está impulsando desde el fondo mi limitada acción.

Y esa apertura al infinito, esa apertura desde dentro hacia la consciencia total, ese aceptar la Voluntad de Dios, es la actitud que me libera. Porque cuando me abro a Aquello no me estoy abriendo a algo extraño a mí, estoy redescubriendo mi propio ser».

«Sin darte cuenta, los pensamientos de los demás, las emociones…, todo eso te va llevando, y quieres mejorarlo todo. Te esfuerzas y acabas con estrés incluso y, sin embargo, las cosas son lo que son, y no las cambias.  No se pueden cambiar. Puedes cambiar la colocación en la conciencia, porque todo es conciencia.

Las cosas no las puedes cambiar,  porque no existen. Las experiencias no existen. Las situaciones, el mundo, no existe de verdad; no es real, es conciencia, está hecho de conciencia.

Cuando cambias la conciencia, todo cambia, porque es lo único que es verdad, que es real. 

El miedo a lo abstracto, a lo metafísico, hace difícil que esto se pueda ver, porque tiene uno que haber descubierto que la verdad está ahí, y que luego se expresa en todo. 

Nos da miedo salir de lo físico, porque nos han dicho que era lo real, lo que se toca y palpa. Pero en un momento dado desaparece, y está cambiando sin parar. Todo,  todo está en movimiento.»

«La conciencia no nace ni muere. El cuerpo sí y también la persona. La conciencia en su movimiento de aprender no está limitada por el nacimiento o la muerte del cuerpo.

La Inteligencia siempre encuentra la manera más adecuada de expresarse.

Como apareció esta situación que vivimos ahora en el espacio-tiempo, aparecerán otras. Vivamos la vida que la luz proyecta ahora. Lo que vivimos ahora es lo real.

La luz que descubra ahora me iluminará siempre».

«Nuestra mente está dispersa. No sabemos lo que queremos. Hay una serie de deseos contradictorios. 

La división crea los objetos delante de nosotros, que son percibidos a través de los sentidos y de las categorías mentales. Doy realidad a esos objetos de conciencia: todo lo que puedo percibir. Y clasifico, divido, creo realidades con la mente al objetivar la conciencia.

Pero la mente no sólo puede hacer eso. Cuando sólo se limita a salir fuera, proyectando en la conciencia todo el mundo clasificado en realidades separadas, el ser humano se siente muy insatisfecho. La mente podría reintegrar esta dispersión volviendo a su origen y ver de qué están hechas todas mis percepciones, sentimientos, lo que estoy proyectando como realidades con distintos matices. Esta vuelta al origen es el camino que han recorrido los sabios de todas las tradiciones religiosas.»

«El ansia de perfección es auténtica. Viene de la perfección misma, no puede venir de otro lugar. Si anhelo la perfección es porque está en mí y me llama desde lo profundo. La dificultad está en que interpreto personalmente que yo tengo que perfeccionarme. Y en ese punto, en el momento en que creo que hay alguien que tiene que perfeccionarse, estoy poniendo el obstáculo de separación y con ello me alejo de aquello que anhelo.

La persona cree que tiene que llegar a la perfección. Y en esa ambición se aferra a lo limitado y lo limitado no es perfecto nunca.

Ya que el anhelo de perfección es verdadero, contempla esa perfección que anhelas. Contempla esa armonía, esa serenidad, esa belleza, esa inteligencia total».

Cuando hablamos de silencio nos referimos al silencio de lo sensorial, de las emociones y del pensamiento. ¿Sólo en ese silencio es posible despertar a lo Real? Sí, solamente. Después de que hayamos despertado y hayamos aprendido a vivir en silencio, podremos vivir lo Real despiertos, lúcidos, incluso con pensamientos y emociones. Esas modificaciones mentales no interrumpen ya lo Real que somos, una vez lo hemos descubierto y nos hemos afianzado en ello. Pero cuando todavía proyectamos como real lo externo, lo sensorial, lo pensado, es preciso que hagamos silencio y que nos adentremos voluntariamente a investigar en nuestra conciencia para tomar contacto con lo que es nuestra verdadera naturaleza, con aquello que está ahí esperándonos: Lo-que-Es, lo verdadero.
Es necesario el silencio porque, aunque intuyamos la verdad, luego en la vida no vivimos con ella. El alcance que tiene adentrarse en la conciencia es enorme.